miércoles, agosto 24, 2005

Educ...acción.

El tema de la educación es una de las áreas de mi interés personal. El otro día generé un comentario en un blog sobre un tema de educación acerca del rol del profesor en la enseñanza, y mi amigo Jose Miguel Muga me envió un comentario muy atinado acerca de que los mayores tenemos el problema del desaprender para poder aprender, en cambio los niños sólo deben aprender, ya que no tienen nada que desaprender, y a lo mejor me decía, tenemos que dejar que los niños nos enseñen.
He estado reflexionando al respecto, y sigo pensando que el factor más eficaz para educar es cómo es el educador; el segundo, lo que hace; el tercero, lo que dice. Son importantes los consejos que se dan, o las cosas que se mandan, pero mucho antes está lo que se hace, los modelos que presentan, las cosas que se valoran, cómo unos y otros se relacionan entre sí. Y hay personas que en esto son auténticos maestros, mientras que otros, por el contrario, son un verdadero desastre.La vida familiar es la primera escuela de aprendizaje emocional. El modo en que los padres tratan a sus hijos (ya sea con una disciplina estricta o con un desorden notable, con exceso de control o con indiferencia, de modo cordial o brusco, confiado o desconfiado, etc.), tiene unas consecuencias profundas y duraderas en la vida emocional de los hijos, que captan con gran agudeza hasta lo más sutil. Algunos padres, por ejemplo, ignoran habitualmente los sentimientos de sus hijos, por considerarlos algo de poca importancia, y con esa actitud desaprovechan excelentes oportunidades para educarles. Otros padres se dan más cuenta de los sentimientos de sus hijos, pero su interés suele reducirse a lograr, por ejemplo, que su hijo deje de estar triste, o nervioso, o enfadado, y recurren a cualquier medio (incluido el premio material inmerecido o inadecuado, y a veces hasta el engaño o el castigo físico), pero rara vez intervienen de modo inteligente para dar una solución que vaya a la raíz del problema. Otro tipo de padres, de carácter más autoritario e impaciente, suelen ser desaprobadores, propensos a elevar el tono de voz ante el menor contratiempo. Son de esos que descalifican rápidamente a sus hijos, y saltan con un «¡No me contestes!» cuando su hijo intenta explicarse. Es difícil que logren el clima de confianza que exige una correcta educación de los sentimientos.Hay, por fortuna, muchos otros padres que se toman más en serio los sentimientos de sus hijos, y procuran conocerlos bien, y aprovechar sus problemas emocionales para educarles. Son padres que se esfuerzan por crear un cauce de confianza que facilite la confidencia y el desahogo. Manifestar los propios sentimientos en una conversación confiada es una excelente medicina sentimental.Los niños que proceden de hogares demasiado fríos o descuidados desarrollan con más facilidad actitudes derrotistas ante la vida. Si los padres son inmaduros o imprevisibles, crónicamente tristes o enfadados, o simplemente personas distantes o sin apenas objetivos vitales, o con vida caótica, será difícil que conecten con los sentimientos de sus hijos, y el aprendizaje emocional será forzosamente deficiente. Padres imprevisibles son aquellos que tratan a sus hijos de manera arbitraria. Quizá cuando están de mal humor los maltratan, pero si están de buen humor les dejan escapar de sus responsabilidades en medio del caos; y así está claro que será difícil que logren nada. Si el reproche o la aprobación pueden presentarse indistintamente en cualquier momento y lugar, dependiendo de si les duele la cabeza o no, o si esa noche han dormido bien o mal, o si su equipo de fútbol ha ganado o perdido el último partido, de esa manera se crea en el hijo un profundo sentimiento de impotencia, de inutilidad de hacer las cosas bien, puesto que las consecuencias serán difícilmente predecibles. Por eso suelen fracasar aquellos padres que alternan imprevisiblemente el exceso de benignidad con el de severidad.
A mi me pasa algo de esto último, y me muevo en ambos sentidos buscando una forma mejor de relacionarme con mi hijo menor, no he encontrado la forma, pero seguiré buscandola incansablemente. Asi que necesito comentarios que me ayuden en esta busqueda.

1 comentario:

  1. Anónimo7:52 p. m.

    Isaquino:
    Como asesor, mentor y gurú me has ayudado mucho ha enfrentar los cambios y desafios que he debido enfrentar en mi trabajo y en mi vida personal. Con una mirada externa y objetiva has apuntado con mucha certeza a los puntos claves.
    Las dificultades de comunicación que tienes con tu hijo menor solo me confirman lo dificil que es encontrar los puntos claves de exito cuando se está involucrado en la situación.
    Es por eso que existen y son necesarios los asesores.

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