miércoles, mayo 20, 2020

Yo, y las preguntas.

Hoy en una conversación con un amigo, me dijo: tu siempre haces preguntas difíciles y por eso a veces no te las contestan, eso me llevó a escribir este posteo al respecto.

Las preguntas abren mundo, develan tanto con la respuesta como con la pregunta misma. Ya que al hacer la pregunta el observador que somos devela desde donde hago la pregunta y qué busco con ella,  o sea habla de mi en forma automática, por otro lado la respuesta también devela desde donde contesta el otro como observador distinto de mi. Por lo tanto todo hablar revela y aún mas las preguntas.

Lo paradójico de esto es que nuestra educación no nos prepara para preguntar sino para responder, y además desde pequeño te envían mensajes que preguntar es malo. Algunos ejemplos, cuando el niño es pequeño y quiere descubrir el mundo acude a sus padres preguntando, va donde la madre y le hace preguntas, y ella amorosamente responde, pero después de algunas preguntas, le dice que vaya donde su padre a preguntarle porque ella está ocupada en los quehaceres de la casa, el niño va donde el padre, y este lo primero que le pregunta de vuelta es que si le preguntó a la madre, ambas situaciones le envían al niño el mensaje no verbalizado que preguntar molesta y es malo. Mas adelante en el colegio, el niño que pregunta demasiado lo echan de la sala porque interrumpe al profesor haciendo su clase, después de un par de veces que lo sacan de la clase, llaman al apoderado y le solicitan llevarlo al psicólogo porque es demasiado inquieto y perturba las clases, y por lo general le dan Ritalin para calmarlo, y así sigue hasta la Universidad donde el que pregunta es el profesor y los alumnos contestan. Circulo vicioso, donde nunca aprendemos a preguntar, ya que cometemos el mismo sesgo con nuestros hijos porque así lo aprendimos de nuestros padres.

Los inventos y la ciencia se basan en hacerse preguntas y buscar las respuestas sin cesar, aquellos que generan nuevas preguntas generan nuevos mundos, por lo tanto las posibilidades de algo diferente comienza con una nueva pregunta y así sucesivamente.

¿Entonces como aprendemos a preguntar cuando ya somos adultos?
Aquí es donde entra mi aprendizaje de Coaching, recuerdo muy bien cuando Fernando Flores me mostró la importancia de las preguntas y también como el lenguaje transforma el mundo a través del habla y la escucha, generando conversaciones. Y tal como el dice, me cayó la chaucha y desde ese día centre mi aprendizaje en las preguntas mas que en las respuestas, y por esas sincronías que genera el Universo, llegó a mis manos un pequeño cuento de Elías Canetti donde cuenta que había un Rabino que iba de pueblo en pueblo gritando: "Tengo respuestas, quien tiene preguntas" y me fascinó el mismo por su simpleza y profundidad.

El poderío del coaching está en las preguntas que el Coach le hace al Coachee, ya que con ellas le cuestiona el observador que es y le abre nuevas posibilidades de acción, y una mirada nueva sobre la que trabajar personalmente y con sus cercanos.
Ahora, te invito a mirar tus preguntas, ¿si las tienes? Ahí está el desafío que les planteo.

1 comentario:

  1. Yo ando con el mismo tema de las preguntas, sorprendido por su potencia.
    Comparto tu reflexión cerca de porqué no aprendimos a hacernos preguntas, sino a andar apremiados por responder las que nos hagan.
    La pregunta, por ejemplo, que quiero ser cuando grande ? Me pone frente a un escenario que es mezcla de escarbar dentro mio respuestas que duermen en algún lado, pero también me lleva a inventar, diseñar mi futuro. Qué cosa puede ser más potente ?
    Y el coaching, es un oficio, más que nada, de hacer preguntas.
    Las respuestas del coachee dan la pauta de por donde se moverá.
    Gracias Isaquino por poner el tema.

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