Esto de estar encerrado en cuarentena, al principio me irritó un poco, pero después le hallé el gusto por razones mas bien racionales y posteriormente emocionales.
Esto se debe a que me imaginé a Nelson Mandela quien estuvo confinado 27 años en una cárcel en una celda de 3 x 3 mts y salió desde allí sin rencor y con mas espíritu de lucha pero no violenta, y lo describe en su biografía con una claridad maravillosa: "Tienen prisionero a mi cuerpo, pero no mi mente, mi alma ni mi espíritu, y yo soy el capitán de mi vida".
Otro ejemplo maravilloso fue el testimonio de Victor Frankl durante su estadía en el campo de concentración de Auschwit, quien descubrió que había que tener un sentido en la vida que era lo que te daba fuerzas para sobrevivir en ese infierno diariamente, y lo relata tan bien descrito en su libro posterior a ese evento "El hombre en busca de sentido".
Otro extraordinario ejemplo es del escritor Elie Wiesel, quien en su trilogía "La noche; El alba y El día" describe los horrores de estar privado de libertad, tortura, enfermedades, hambre, pero que al fin siempre surge el alba a través de esa noche oscura que le tocó vivir.
Finalmente aparece en mi mete Ana Frank, la joven niña que le quitaron su adolescencia y futuro, viviendo escondida y hacinada, pero que jamás perdió sus esperanzas a pesar de terminar exterminada en un campo de concentración. Su diario es una muestra de que aún en el encierro no perdemos nuestra capacidad de soñar y mirar un futuro mejor.
Entonces con todos esos ejemplos como pudiera siquiera intentar quejarme del maravilloso encierro que tengo, donde soy de los privilegiados que tiene que comer, dormir en una cama limpia, tener ropa lavada y poder bañarme diariamente, y hasta solicitar por Internet mercaderías y otros enseres que se puedan necesitar.
Por otro lado pienso en aquella descripción que hace Benito Baranda en un diario sobre como viven en los campamentos, y poblaciones marginales donde se debe luchar cada día para comer, y ni que hablar de bañarse diariamente, donde el hacinamiento es caldo de cultivo para las pandemias e infecciones, donde escasea el agua y a veces el sanitario es un zanjón cercano a la casa, y suma y sigue.
Entonces me pregunto si somos iguales ante la muerte con este corona virus, seremos mas iguales ante la vida después de esto.
Reflexionemos durante este encierro de cual es el país que queremos, y que podemos hacer para no volver al cotidiano que de seguro nos atrapará al termino de la cuarentena.
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